Cuando en la escuela trataron de enseñarnos historia y conocí lo que fue la segunda guerra mundial, he de confesar que todo se mantuvo distante para mi, distante en el tiempo, distante en la distancia.
Sin embargo, este texto en donde se intercambian cartas Oliva (símbolo de paz) quien radica en Chiapas, y su hija Angelina quien decidió estudiar medicina en Japón, hace que todo sea próximo, que todo sea actual.
Oliva contrajo matrimonio con un japonés que llegó a México sin siquiera conocer nuestro idioma, tuvo dos hijos: Angelina y Teiko. Angelina va a Japón y estudia, se gradúa, se casa, tiene un hijo. Sus padres la extrañan y el vínculo se mantiene por correspondencia.
El autor entonces nos hace conocer lo que acontece cuando sobre esta familia se cierne la oscuridad producto de la guerra, los sinsabores de saberse lejanos y en peligro. Y desde otro ángulo: el diseño y construcción de la bomba atómica, la preparación de los pilotos, sus expectativas y creencias con respecto al uso de las armas.
Aún cuando sabía que en algún momento de la lectura llegaría al punto cuando lanzan la bomba sobre Hiroshima, créanme que mi reacción fue cerrar el libro de golpe, las lágrimas se desbordaron por mis ojos y quise tener el poder de detener la caída de la muerte sobre esas personas.
Y me pregunto ¿qué es lo que mueve al hombre para ser despiadado?
Por favor, cultiven la paz en su corazón y en su hogar, y oremos para que las guerras se detengan.
(Ojalá la poesía llegue al corazón de todos los hombres)
Estoy añadiendo a esta entrada dos invitaciones, la primera es que si quieren seguir sensibilizándose con este tema deben ver "La tumba de las luciérnagas" y lo otro es un video de los mitos que se tienen acerca del actual Japón y que les recomiendo mucho pues este pueblo supo salir adelante después de estar cerca de su total destrucción.
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